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Los cuidados sostienen la vida y tiene que ser dignos.

Las personas necesitamos ser cuidadas desde que nacemos hasta el final de nuestra vida.

Las personas necesitamos ser cuidadas desde que nacemos hasta el final de nuestra vida.

Los cuidados son la base principal sobre la que se sustenta la vida. Nuestras necesidades de cuidado van variando en función de la etapa en la que nos encontremos pero siempre están ahí.

Este sistema de cuidados recae en las mujeres, mayoritariamente de manera informal, invisibilizando una parte de la economía que es el verdadero sostén de la vida. Un trabajo que no está reconocido ni valorado, asumiendo que son las mujeres las que lo tenemos que ejercer por el hecho de ser mujer.

Los cuidados no son cosas de mujeres, son de toda la sociedad

Cuando las mujeres no pueden realizarlo, por una carente coeducación y corresponsabilidad, falta de asunción en colectividad y una gran precariedad laboral, es el Estado el que debe asumir estas responsabilidades. Los servicios que presta el Estado deberían ser universales, de calidad y gratuitos, pero en la mayoría de las ocasiones esto no es así.

Nuestra ciudad carece de suficientes plazas en escuelas infantiles.

Corresponsabilidad y sistema social de cuidados

Tenemos una sanidad  sumamente deteriorada tras las sucesivas políticas privatizadoras que la han situado al borde del colapso, como estamos viendo durante esta pandemia. Esto, unido a las fuertes carencias que tiene el sistema de cuidados en sus múltiples áreas (falta de una atención psicológica, promoción de la salud, formación especializada, falta de servicios en las áreas rurales, etc.),  hace que estemos inmersos en una dinámica que vulnera  la calidad de vida.

Cuando hablamos de los cuidados para las personas mayores nos encontramos con la misma dinámica.

O está sustentado por mujeres familiares que  tienen que trabajar 24/7 para poder atender todas las necesidades de la persona mayor, poniendo toda su vida en pausa, o con la prestación de servicios de otra  mujer externa, habitualmente inmigrante, con pagas insignificantes e incompatibles con una vida digna.  Ambos modos incrementan la economía sumergida, la sobreexplotación de las mujeres,  la precariedad laboral femenina y unos cuidados de baja calidad.

Las Comunidades Autónomas tienen que asumir estos cuidados, cosa que, en realidad está lejos de ocurrir, nos encontramos con el mismo problema que la sanidad pero agravado. Insuficiencia financiera, largas listas de espera para recibir las prestaciones ya reconocidas, privatizaciones tanto de las residencias como de los servicios a domicilio, dejando de garantizar los principios de universalidad, calidad y gratuidad, precarizando, además, el trabajo de profesionales de este campo.

Corresponsabilidad, compromiso de empresas y administraciones

Es lo que ocurre en la actualidad con el servicio de ayuda a domicilio de la Diputación de Burgos y del Ayuntamiento. Volvemos a encontrarnos con un concurso para ver quién acaba prestando este servicio. Dentro de las empresas que se presentan nos encontramos con empresas multiservicios, especializadas un poco en todo y mucho en nada, al menos en lo que concierne a los servicios de cuidados.

Desde Izquierda Unida  Burgos  apostamos por la gestión directa de este tipo de servicios.

Consideramos que las personas que deben dar este servicio tienen que depender directamente de las Administraciones y no de una empresa externa.

No obstante, instamos a la Diputación y al Ayuntamiento a que, hasta que llegue ese momento, se redacten pliegos para que las empresas que puedan acceder a prestar este servicio sean empresas que verdaderamente se especialicen en ello. Primando, además, aquellas que sean cooperativas adheridas al territorio, no grandes empresas que solo buscan su propio lucro.

Esto no solo mejora la calidad del servicio prestado sino que es un nicho de trabajo para los núcleos rurales, evitando así la dramática pérdida de población que están sufriendo todos ellos.

Pidiendo a estas cooperativas algo que no se está exigiendo en la actualidad, una formación adecuada de su personal y unos contratos dignos, que no aboquen a las personas que trabajan en estos servicios a la precariedad, algo que sí ocurre en la actualidad.

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