La insoportable levedad de la equidistancia
Hay veces que cuando alguien se muestra imparcial, en realidad está siendo indiferente. Y si te muestras indiferente respecto a un asesino y sus víctimas, las estás matando dos veces. La situación actual y desde hace varias décadas que vive Palestina es un claro ejemplo de que si no te quieres posicionar, estás haciéndolo.
Porque no. Israel no está respondiendo a los ataques de Hamás. Israel ocupó el territorio y lleva matando palestinos mucho antes de que existiera dicha organización. Y no. La solución no es que ambos países convivan en un mismo lugar, porque Israel se ha hecho su sitio en Palestina a base de sangre y fuego. La solución es la que decidan los palestinos.
En el mundo actual, desde que cayó el muro, se ha adoptado el neo-liberalismo como corriente ideológica idónea para mantener las estructuras de poder. Eso significa, entre otras cosas, que el imperialismo ha mutado. Ya no se invaden países con la bandera en la mano y el fusil en la otra solamente, ahora también se les ahoga económicamente. Dicho esto, resulta especialmente curioso el caso de Israel. En pleno siglo XXI siguen utilizando tácticas de exterminio (matanza indiscriminada de civiles, uso de armamento prohibido internacionalmente, corte de suministros a ciudades enteras…) sin que nadie consiga hacer valer los Convenios de Ginebra. Esto arroja luz sobre el poder del lobby sionista en Estados Unidos.
La mayoría de nosotros no habíamos nacido y Palestina ya estaba siendo atacada. Prácticamente se ha asumido que el conflicto es parte de una violencia estructural. Sé que es fácil para los occidentales decir que: ‘Ni unos son tan buenos, ni otros son tan malos’ o ‘Los extremos se tocan’. A aquellos que piensen así, les pido un ejercicio de memoria. Recuerden las posiciones que tomaron las ‘democracias europeas’ en nuestra guerra civil. Recuerden los argumentos que dieron para justificarlas. Recuerden las consecuencias que tuvo esa decisión.
Recuérdenlo.