CrisisEspaña

La desfachatez de un presidente, Mariano Rajoy.

 

Artículo del compañero Santos Maríaimgres

Decía Oscar Wilde que no hay nada más ingenuo que el atrevimiento y la poca inteligencia, siendo ejemplo de esta frase hemos podido comprobar el comportamiento de Mariano Rajoy en todo esteaffaire Bárcenas del que queriendo huir o encubrir va cayendo en otras trampas hasta que le atrapan. El pasado 15 de julio hizo unas declaraciones en una rueda de prensa en las que asumía públicamente la autoría de unos correos electrónico tenido con el mismo señor Bárcenas y con las jactancia de los mismos ratificaban que “el Estado de Derecho no se somete a chantaje”, algunos al oír esas declaraciones nos llevamos las manos a la cabeza porque o no sabía lo que contenían, o era un incauto que no sabía lo que implicaban, o era un sinvergüenza a no presentar seguidamente su dimisión. Los tres estados se han podido dar en una misma persona, si bien hoy sabe lo que contenían.

En el mismo debate parlamentario ha vuelto hacer alarde de esa insensatez, aunque era el único que sabía el guion de antemano de lo que iba a suceder en esa sesión y asistió con una oratoria cuidada y frases escogidas. Lo excepcional de su discurso se limitó a diluir el error de haber confiado durante demasiados años en Bárcenas, si bien “cometí el error de haber creído en un falso inocente,  pero no el delito haber apoyado a un presunto culpable”, fin de la cita. Más tarde se enrocó en que no dimitía ni convocaría elecciones, podía haber puesto fin de la sesión, seguidamente dio una interpretación personal de lo que conviene o no a España, a pesar de lo que pueda pensar la España misma de sus necesidades.

También hizo una defensa de su honorabilidad al declarar que no cobró sobresueldos ilegítimos, pero no hizo apuesta seria sobre las partidas que pueden haber recaído en su partido ni en algunos de sus dirigentes, una expresión breve sobre que “no me consta”, no a exculpar, cuando siendo presidente de ese partido es lo mismo que admitir un desconocimiento culpable. Luego apeló a un comportamiento ético de la oposición con un reclamo a la “presunción de inocencia” de hipotéticas inculpaciones, cuando todos los españoles estábamos esperando “conocimiento de causa”, que es la que debería habernos dado el presidente sobre los hechos, no la prensa o cualquier otro medio. Salimos con la duda o más convencidos que otra vez nos han hecho trampa. Remitir las responsabilidades a una resolución judicial es desdeñar la importancia de una comparecencia parlamentaria o degradar la política hasta que pueda en ocasiones judicializarse.

Es más, llegó a afirmar que en todas las partes recaen “complementos y anticipos”, un recurso para minimizar el hecho de que en su partido hayan caído algunos o en varias secciones de la administración. No podemos esperar nada de este gobierno, porque la corrupción, el cohecho desde la óptica del presidente son cosas triviales, también su comportamiento por desconocimientos, desaciertos, permisiones… incompetencias. A todo esto, le vimos en su escaño sentado impertérrito ante otros políticos indignados que le demostraron algunas de sus mentiras, al menos contradicciones, como la existencia de una caja “b” o el apoyo que se prestaba a dar a un presunto delincuente. Impasible el ademán, pero no hubiese sido posible sin el apoyo de su bancada, los miembros del PP, sofocada por los aplausos que emitían. Es un ejemplo del agujero pestífero en el que están metiendo la confianza donde debe residir la práctica política.

                Naves de Llanes, 03 de agosto de 2013

Santos María

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