Al PP le importa un bledo el futuro del transporte urbano
En ocasiones se habla de la edad límite de los autobuses urbanos. Se apunta incluso a los diez años como fin de su vida útil. Sin embargo, esto no ocurre en otras ciudades como Barcelona (donde retiran a los quince años), Madrid (donde los diez años son sólo teóricos), Valencia, Sevilla o Valladolid, entre otros muchos ejemplos. Podríamos establecer como medida la retirada a los diez años, pero muy probablemente habría que incrementar de forma notable las tarifas.
De hecho, la vida útil no deja de ser un criterio arbitrario al que no debiéramos dar máxima prioridad. En especial cuando el transporte urbano de Burgos tiene otras carencias importantes, como frecuencias, accesibilidad o información al usuario, entre otras.
Contrariamente a lo que prometió el Alcalde Lacalle, los diez nuevos autobuses no llegarán en este año 2014. Algo que no nos sorprende, porque ya sospechábamos que su estreno sería en el año electoral. Tampoco nos genera sorpresa comprobar que en el presupuesto municipal del año 2015 no se reserva ninguna partida para incorporar autobuses, más allá del pago de las cuotas de los dos contratos de renting.
Hay señalar que no se han hecho inversiones en autobuses desde el año 2007. En aquella ocasión se inauguraron los autobuses de renting, una medida electoralista cuyas consecuencias seguiremos pagando. El hecho de que no se hayan comprado más ha hecho que la edad media sea relativamente alta.
Pero el problema más serio será cuando finalice el contrato de rénting y haya que devolver los veintisiete autobuses, casi la mitad de la flota. Si se comprasen nuevos, sería una inversión de entorno a 9 millones de euros. Una alternativa sería comprar, en parte o en su totalidad, los autobuses de renting, si bien lo abonado durante el contrato ya supera con creces su coste de compra.
A esto se añade que durante el próximo periodo 2015-2019 muy probablemente haya que renovar alguno de los diez primeros autobuses de gas natural. El rendimiento y fiabilidad de estos vehículos está resultando bastante regular, y probablemente haya que retirar alguno antes de 2019.
En estas circunstancias, habría que plantearse acondicionar y mantener en servicio alguno de los diez autobuses que se pretende retirar a la llegada de los nuevos. Sería una medida que permitiría ofrecer un buen servicio y ayudaría, aunque fuese en pequeña proporción, a paliar el problema que llegará en 2016.
La actitud del concejal Rebollo es totalmente irresponsable, al despreocuparse del futuro del servicio tras las elecciones. A este concejal le importa un bledo lo que ocurra con el transporte urbano a partir de junio de 2015.
Pero también hay que señalar a otros, como el ex-Alcalde Aparicio, quien utilizó el servicio como mera herramienta electoral y para vender una imagen del mismo que no era real. Se decía que con el renting crecía el número de usuarios todos los años y la flota era la más joven de España. Lo primero nunca se cumplió y lo segundo ya no es cierto.
También hay que señalar al actual Equipo, que no ha llevado a cabo las inversiones necesarias para un buen servicio. La movilidad es un área fundamental para los vecinos, pero es totalmente secundaria para el Partido Popular. Una posición de irrelevancia con la que el concejal Rebollo está cómodo en la medida en que tiene dedicación exclusiva.
Pero frente a la indiferencia, Izquierda Unida apuesta por la ilusión y el esfuerzo para la mejora del transporte urbano.