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Salinero «Burgos tiene que avanzar hacia la rehabilitación de los edificios para acabar con la especulación».

Resumen de la Intervención de Raúl Salinero con el título «ciudad y futuro» que estaba enmarcada en las jornadas técnicas organizadas por la UBU con el título «Universidad y ciudad».

 

Hace unos meses entró en vigor un nuevo Plan General de Ordenación Urbanística (P.G.O.U.) para la ciudad de Burgos. Es la materialización de un proceso que ha durado seis años, con un coste de más de un millón de euros.

El nuevo P.G.O.U. es continuista con los modelos de diseño y desarrollo de la ciudad anterior, adornada de una falsa sostenibilidad. Burgos, su gente, no puede soportar un nuevo «tsunami» urbanístico y es hacia donde nos avoca este nuevo documento.

Pretendo plantear en mi ponencia las ideas generales de un nuevo modelo de ciudad, de ahí el título de mi ponencia, «ciudad y futuro». Es necesario realizar un breve análisis del urbanismo que nos plantea el PP plasmado en el plan general.

El plan general contempla alguna actuación o normativa con las que estamos de acuerdo, pero eso no le salva. Se plantea recuperar la judería; contiene un excepcional catalogo de protección de los edificios históricos así como de las zonas verdes y su arbolado; plantea un procedimiento de regularización de las DUCAS, legalizándolas individualmente dado la opción de convertirlas en viviendas, siempre y cuando la densidad de viviendas de la zona  no esté satura, entre otros aspectos que deben cumplir.

Nos encontramos ante un modelo que plantea una ciudad irreal y que asume los pelotazos urbanísticos.

Los pelotazos. El nuevo plan general da cabida los pelotazos heredados de los planes anteriores. Traslada la urbanización de Fredesval que incremento el número de viviendas de 210 a 2100 al entrono de Villatoro. También acepta el Master Plan de Herzog & de Meuron que plagaba de rascacielos la ciudad y que ha supuesto que el Consorcio de la Variante Ferroviaria acumule una deuda de 160 millones que terminará pagando el Ayuntamiento.

Ciudad Irreal. Nos abocan un nuevo un modelo de crecimiento de la ciudad que es irreal y que favorece a las constructoras, a través de viejas formulas entre las que se encuentran las recalificaciones. El plan estima la creación de 46.000 nuevas viviendas, para albergar a 97.000 habitantes en 8 años. Planteamiento que choca de frete la realidad que tenemos, tal y como indica los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística sobre nuestra ciudad, en los que recoge que hemos perdido 1.500 en los dos últimos años y que el 12% de las viviendas construidas están vacías. El nuevo plan general contempla incorporar 8 nuevos sectores, cuatro de ellos residenciales y el resto industriales. En el caso de los residenciales, los cuatro sectores conllevan 14.540 viviendas, que se suman a los heredados del plan anterior, más los cuatro sectores presentes con motivo del Bulevar Ferroviario (6.000 viviendas). Respecto a los cuatro nuevos sectores industriales decir que se materializarán en medio millón de metros cuadrados, que se sumaría a los casi dos millones existentes en el polígono Villalonquéjar fase III y IV.

Los datos anteriores se basan, según el plan general, en que Burgos crecerá en 8 años 97.500 habitantes más, lo que justifican con una evaluación económica de inversión en ese periodo de 1.477 millones de euros, lo que supone que cada día se invertirán en nuevas construcciones 505.475 euros. Los datos se caen por su propio peso.

Contra esta modelo que nos aboca al pelotazo y endeudamiento municipal propongo un giro radical, la vía del ecourbanismo.

Con el ecourbanismo no se trata de construir nuevas urbanizaciones por contemplo, ni dar un aspecto ecológico sino reducir el consumo aprovechando el patrimonio edificable existente.

No quiero plantear una utopía, linda y llena de verde (que en ocasiones es insostenible), en definitiva un deseo «gatopardiano» de cambio para que nada cambie. El urbanismo del futuro se tiene que plantear cómo transformar, cómo hacer viable, el enorme stock de tejido urbano  que innecesariamente hemos producido. En el 2006 España disponía de 23 millones para 46 millones de habitantes. El Ecourbanismo parte de estos dos supuestos básicos:

  • El crecimiento tiene un límite.
  • Hemos sobrepasado ese límite.

Tenemos que mantenernos alejados del concepto de urbanismo sostenible que platean mantener el consumo de recursos per capita, en lugar de reducirlo. Con motivo de la crisis del petróleo de los setenta se avanzó tecnológicamente para que los vehículos consumieran menos; pasada la crisis la investigación se estancó y las grandes multinacionales empezaron a fabricar autos cada vez más grandes, en definitiva, se consumía más recursos. Las formas en que se presenta el pseudo Urbanismo Sostenible son, como mínimo, tres:

  1. Urbanismo Cosmético. Esta falsificación se limita a los aspectos más estéticos, entendidos de la forma más banal, como pura apariencia. Un ecologismo “cosmético”  con abundantes ajardinamientos, zonas peatonales, empleo de materiales con buen aspecto ambiental, etc.
  2. Urbanismo Tecnológico. Aquel que ha hecho de la eficiencia bandera. Opta por la técnica, por la tecnología como tabla de salvación. No se trata de cambiar nada, sino de mejorar técnicamente nuestro mundo.
  3. El Urbanismo Ambientalista se presenta de la mano de un cierto “conservacionismo”, de la voluntad de proteger algunos espacios. Un fraude difícil de desenmascarar, porque el “medioambientalismo” parte de diagnósticos críticos y acertados del proceso de deterioro del ecosistema planetario, pero autolimita las medidas a ámbitos cada vez más acotados y reducidos.

Un planteamiento desde la sostenibilidad real, debe sustituir la satisfacción de la demanda por la gestión de la oferta disponible. Porque las estrategias que persiguen como objetivo la satisfacción de la demanda no pueden ser ni sostenibles, ni ecológicas, ni viables. Si los recursos son limitados, y lo son, por más mejoras tecnológicas que introduzcamos, tendremos que gestionar lo que tenemos, la oferta razonablemente disponible.

La política urbanística desarrollada en nuestra ciudad nos ha dejado un peligroso legado. Desde el Ayuntamiento debemos adoptar  medidas urgentes. Debemos orientas nuestros esfuerzos hacia la rehabilitación.

Una rehabilitación cuyo objetivo central debe ser la reducción de los insumos de la edificación, del consumo de recursos, no sólo la mejora estética y arquitectónica. Las subvenciones tienen un efecto muy limitado y sólo son útiles para una demanda semisolvente, siendo ineficaces para la absolutamente insolvente.  En todo caso cabría exigir condiciones:

  • Sostenibilidad básica. Únicamente se debe subvencionar a quienes cumplan con requisitos de sostenibilidad, como ya ocurre en Austria. Requisitos que parte de los más básicos (eficiencia en los consumos: aislamientos térmicos, acústicos …) y pueden llegar a la fijación o prohibición del empleo de algunos materiales ( aquellos de alto impacto ecológico, ventanas de aluminio…)
  • Sostenibilidad social.  Nunca subvencionar a quien ya tiene más de una vivienda, salvo que se comprometa a alquilar a un precio tasado. En paralelo, la estrategia de rehabilitación debería  procurar la creación de un parque público de vivienda en alquiler, una realidad en la mayor parte de los Estados europeos a los que siempre se menciona a la hora de imponer medidas impopulares.
  • Límite económico. Fijación de rentas máximas para quien acceda a ayudas y subvenciones pero también en la renta derivadas de un posterior alquiler, como ocurre de nuevo en Austria.

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